miércoles, 8 de agosto de 2012

Por qué caminos habrán ido (castellano)

 Ayer me compré unas bambas altas, de color beige y con algunos motivos tribales de segunda mano en una pintoresca tienda del centro de la ciudad. Jamás había comprado ropa o zapatos de segunda mano, pero eran una auténtica ganga y no estaban demasiado gastadas. Después, en casa, las miré. Estaban allí, delante del armario, y me acudieron un montón de preguntas. ¿De quién serían? ¿Qué habrán visto? ¿En cuántas escenas importantes de la vida del anterior propietario habrán estado? ¿Cuántos charcos de lluvia habrían pisado? ¿Por qué motivo fueron compradas? ¿O por ningún motivo en especial? Especialmente me intrigaba, ¿qué caminos habría recorrido? ¿Por dónde habrán andado? ¿Son de algún lugar lejano y vinieron aquí por azar? ¿Puede que haya conocido al dueño anterior por casualidad?
 De acuerdo, llamadme romántica, soñadora o lo que queráis, pero acaso, ¿vosotros no tendríais curiosidad? Yo tenía muchísima y las examiné atentamente como si entre las costuras pudiese haber algún secreto escondido, alguna palabra guardada celosamente allí, tal vez algún beso robado que se ocultaba de miradas indiscretas, un pétalo seco de la flor que nunca se recibió, una pluma de la libertad que se perdió. ¿Quién sabe? Pese a mi decepción, obviamente no encontré nada de eso, sólo alguna mancha y unas cuantas rozaduras en los cordones y los bordes, un hilo solitario, la marca un poco borrada en una esquina y el silencio absoluto de las bambas.
 ¿Qué me dirían si pudiesen hablar? ¿Qué historias habrían oído? ¿Me darían sabios consejos? ¿O me llevarían andando a caminos oscuros? ¿Sabrían algún bello poema que yo jamás hubiese escuchado? Mas ellas han permanecido en silencio, un silencio impenetrable e indiferente, como si todo esto no fuese con ellas.
 Las examiné una segunda vez y vi alguna ralladas negras en un lateral del plástico de la suela. ¿Qué les habría pasado? ¿Algún pisotón accidental? ¿Una rozadura en algún sitio desconocido? Las preguntas venían, pero no se iban y cada vez eran más.
 De pronto, me sentí una extraña con algo que yo misma había comprado. Técnicamente son mías, pero no las siento mías, sino que tuve la sensación de ser una ladrona, una ladrona de momentos, pisadas y caminos que no me pertenecen. ¿Tiene eso sentido? No, está claro que no, ningún tipo de sentido, pero así me sentía. Fui dándole vueltas y me percaté del poco sentido que tenía. Esas bambas son mías, fue el destino que las encontrase y las comprase. Me llamaron la atención desde la calle, el motivo por entrar en la tienda fueron esas bambas. Las miré y me encantaron, pero por la marca supuse que serían caras y casi desistí. Entonces la dependienta me dijo el precio, muy alejado de lo que yo esperaba y me planteé seriamente comprarlas. Aunque entonces pensé que quizá no sería mi número, pues eran de segunda mano y sólo tenían esas. El número grabado en la suela estaba puesto con el sistema americano por lo que no tenía ni idea de si se acercaba o no a mi talla. Aun así, decidí probármelas. Por si acaso. Me iban como un guante, era mi número, sin duda y se adaptaban perfectamente a mi pie. ¿Una estupidez? Sí, sin duda, pero en ese momento supe que las iba a comprar. Llamadlo destino, llamadlo estupidez, llamadlo azar, llamadlo locura. A lo mejor es todo a la vez.
 Por eso, ayer, mientras las miraba y especulaba, pensé que eran mías por derecho y que no era casualidad que hubiesen acabado en mis manos. Entonces un pregunta un poco inquietante apareció, ¿por qué se habrían deshecho de ellas? ¿Le habría pasado algo al otro dueño? Todavía están bastante nuevas, se pueden llevar algunos años más y no están pasadas de moda, más bien lo contrario. Así que, ¿por qué estaban en aquella tienda de segunda mano, rodeadas de más zapatos que habían tenido el mismo destino? Alguna que otra posibilidad siniestra salió de mi imaginación, pero intenté desecharla rápidamente.
 Esta mañana, al verlas, todas estas preguntas han vuelto a asaltarme, pero las bambas siguen sumidas en su silencio profundo donde se hallan todas las respuestas. En un día, sin proponérmelo, me he llenado la cabeza de preguntas que nunca encontrarán su respuesta, de suposiciones fruto de la imaginación y mis bambas nuevas tienen unas marcas, unas cicatrices, que nunca sabré cómo ni dónde se hicieron. Tampoco me desharé ya de ese sordo silencio que emana de ellas, tozudo y dispuesto a ocultarme todos sus secretos, todo su pasado. Quizá, al igual que cualquier otro, sólo quieren una nueva vida, un nuevo comenzar.

1 comentario:

  1. Hola Eva,
    un día cuando te las pongas, deja que sean ellas las que decidan a donde ir, el camino que tomar. Déjate llevar y a ver qué ocurre entonces.

    Saludos!

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