domingo, 4 de diciembre de 2011

"Quizá" II: la promesa sin cumplir (castellano)

Se oían espadas lejanas, flechas silbando, prácticamente imperceptibles, y decenas de hogueras repartidas aquí y allí. Pero el joven caballero sólo oía el sonido del viento y miraba la Luna como si no existiese nada más bello. Tras un suspiro, se giró y subió a su caballo blanco que aguardaba detrás. Con un chasquido comenzó a andar al paso, acercándose más y más al ruido de escudos, lanzas y sangre derramada y alejándose de los árboles que les mantenían seguros y escondidos. En ese momento, la brisa le trajo unas tristes palabras seguidas por un beso dulce y sincero. El joven caballero sintió como le temblaban las manos y, levantando la cabeza, contestó a ese desesperado ruego:
"Mi vida, mi sol, mi cielo azul, mi Luna en las oscuras noches, mi amor más grande, mi tesoro más preciado... ¿Son tuyas estas palabras que me ha traído la noche? ¿Acaso rezas por mí cada noche? ¿O, quizá, esta súplica pertenezca a otro caballero?
Quizá ya te hayas olvidado de mí. Mas yo te recuerdo cada día, cada vez que me despierto, cada vez que sueño. Sé que, quizá, cada día sea el último. Cada batalla es una oración continua para seguir vivo al llegar la noche.
 Cuando cojo la espada recuerdo dónde estoy y qué estoy haciendo aquí. Entonces, siempre pienso en ti y en cómo me gustaría estar contigo de nuevo. Lo sueño cada noche, pero quizá sean recuerdos o quizá son simples sueños. Al marchar, te juré que volvería, que no sería un viaje sin retorno, que nunca estarías sola. Ahora me he dado cuenta que, quizá, estaba equivocado. Quizá mi promesa se quede sin cumplir. Al final, te habré fallado como siempre temí.
¿Por qué el mundo es tan injusto? ¿Dónde quedan esos días pacíficos? ¿Cuándo nuestras preocupaciones pasaron a ocuparse de la muerte? Quizá lo hicieron desde el principio. Quizá no fuimos capaces de verlo. Quizá fuimos niños demasiado tiempo.
Vida mía, no hay nada que desee más que volver a tu lado. Abrazarte y susurrarte que todo irá bien, que estamos juntos, que sueño con tu cabello rojizo. Quizá no pueda volver a apretarte la mano cada vez que te estremezcas por el desarraigado aullido de un lobo solitario. Sólo de pensarlo me vuelvo loco, o quizá la guerra ya me haya enloquecido.
Amor, ojalá nunca conozcas la guerra como he hecho yo.Ya no sé a cuántos soldados como yo he matado y eso me está consumiendo el corazón. Quizá, detrás de cada una de sus espadas, haya una historia como la nuestra: otra bella carita con mejillas rosadas y lágrimas contenidas que espera su vuelta. No dejo de pensar que, quizá, me acabará tocando a mí. Quizá mi escudo no sea tan imbatible como el herrero me hizo creer. Quizá mi espada me falle pese a su empuñadura de esmeraldas. Al final, ¿qué más da todo eso? El filo de la espada es lo único que cuenta. Quizá la armadura, que me pusiste antes de marchar, no sea suficiente. Y, ¿sabes?, siento no haber sido un héroe hasta ahora. Pero los héroes siempre acaban muriendo y, en esta guerra, ya he visto demasiados héroes... todos caídos. Puede que, al final, consiga salir de aquí vivo... Sería demasiado perfecto, ¿no? He descubierto que la realidad es de todo... menos perfecta.
 Así que, ¿qué harás sin mí? Por favor, sigue viviendo, sigue amando, sigue descubriendo el sol cada mañana y la Luna cada noche. Pero, por favor, guarda mi recuerdo. Quizá, de aquí unos años, cuando hables a tus hijos de tu juventud recordarás que yo te amé. Por favor, recuerda mi nombre y mis ojos, nuestras manos entrelazadas y las miradas cómplices. Quizá todo eso marche conmigo al morir. Quizá ya lo has olvidado.
O quizá yo vuelva algún día. Quizá podré abrazarte antes de lo pensado. Quizá nuestras manos estarán juntas antes del próximo invierno. Quizá podremos recordar juntos esos días en el castillo, cuando sólo éramos niños que jugaban a ser un príncipe valiente y una hermosa princesa. Quizá podremos volver a ver la corte y la guerra como una aventura lejana, historias que no son la nuestra. Quizá otro paseo a caballo por el bosque..."
Nadie lo vio. Nadie pudo verlo. Los árboles y la oscuridad jugaron a su favor. Un movimiento rápido, preciso, silencioso y letal. El caballo blanco, al ver y oler la sangre, se encabritó y salió galopando de allí. El cuerpo cayó pesadamente al suelo por la armadura y comenzó a formarse un charco carmesí sobre la hierba. El culpable se escapó entre las sombras. La espada, con una bella empuñadura de esmeraldas, permanecía en la mano de su dueño, leal hasta el último momento.
 Una nube fue empujada por el viento nocturno y la Luna vio unos ojos verdes ya vacíos de expresión y un "quizá" lleno de esperanza que todavía se asomaba por los labios del joven caballero. A lo lejos, un lobo aulló, un corazón se rompió y comenzó a llover. Quizá para siempre.

4 comentarios:

  1. Muy conseguido ese aire de nostalgia y de misterio que nunca han de faltar en una verdadera historia de amor. Enhorabuena.

    ResponderEliminar
  2. Hola, preciosas letras van desnudando la pura y genuina belleza de este germinal blog, si te va la palabra encadenada, la poesía,te invito al mio,será un placer,es,
    http://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
    gracias, buen día, besos truhanes...

    ResponderEliminar
  3. Inquietante Eva, es un placer leerte.
    feliz fin de semana.
    un abrazo.

    ResponderEliminar