jueves, 27 de diciembre de 2012

La melodía (castellano)

De pronto... la oí. De nuevo, esas dulces notas volvieron, flotando suavemente, a mí. Unos sonidos perfectamente armónicos, bellos, coordinados, fugaces y brillantes. Sólo me hizo falta cerrar los ojos para evocar. Recuerdos. Sonidos, imágenes y olores del bosque. Recuerdos de cómo nuestros caballos nos llevaban por el bosque, entre árboles y musgo, persiguiendo sueños que quizá jamás debieron existir.
 La música viaja fielmente hasta mis oídos. Mi corazón responde con sentimientos que creía olvidados. Salen de un baúl escondido en un rincón polvoriento de mi corazón. Se habían ocultado entre las sombras hasta ahora. Pensé que ya habían huido a ocupar otro baúl, otro corazón, otra vida. Quizá al otro lado del mar. Quizá más allá de las montañas nevadas. Otra vida en otro castillo y cabalgando a lomos de otro caballo blanco.
 La flauta se mezcla con el laúd magistralmente domado y tejen la melodía. Que ocupa mi cabeza. Que ocupa mi corazón. Que ocupa mi ser. Yo, con los ojos cerrados, sólo puedo entregarme a ella. Podría bailar a su ritmo. O podría cantarla con susurros manchados de tristeza. Mas eso no reflejaría todo lo que me hace sentir. Puede que no haya nada que lo consiga.
 Sigue sonando. Sigue volando a costa de mis sueños viejos y rotos, algunos incluso olvidados para siempre. Sigue ocupando la sala. Sigue ocupando mis sentimientos. Y con ella, tú.
 Porque, al fin y al cabo, la melodía sólo me dirige a un único destino: tú. Tú. Tan galante y gentil. Tan valiente. A lomos de tu caballo bayo. Con tu dulce voz. Tus poemas, robados a antiguos autores, versos que no te pertenecían. Mas los hacías tan tuyos que era difícil no dejarse llevar. Me dejaste soñar libremente. Y soñamos juntos con un futuro diferente. Nuestros sueños fueron demasiado lejos. Y creo que ambos lo supimos desde el principio. Pero era imposible no dejarse deslumbrar por su belleza.
 Y esta melodía tuya que siempre nos acompañaba. Ya fuese descubriendo el bosque o corriendo por el castillo. Notas tan sutiles y hermosas. Aún me llevan a esos atardeceres al lado del arroyo. ¿No quisieras volver conmigo allí? Sólo una vez más...
 ¿De dónde salen todos estos recuerdos? Esta memoria tan afilada y rencorosa... Yo, ilusa de mí, que creí que todo esto ya había volado lejos, muy lejos. Donde no pudiese verlo, ni oírlo, ni sentirlo. Pensé que habían volado con blancas alas para perderse por siempre. Parece ser que aún estás conmigo, o al menos eso cree mi corazón. 
 Esta melodía... ha parado al fin. Las notas han ido evaporándose lentamente hasta extinguirse, dejando sólo una leve sombra suya en la brisa que entra por las ventanas, una emoción en mi interior que se va desmenuzando poco a poco. Hacía ya años que ningún trovador se atrevía a tocarla en mi castillo. Tantas noches con sólo viejas leyendas o simplemente en silencio... Supongo que por eso los recuerdos se quedaron en aquel baúl polvoriento y carcomido. Ahora vuelven, lentos y pacientes, a su rincón donde no pueda encontrarlos Sólo saldrán cuando la melodía los llame. Será entonces, también, cuando más duelan. Notas y recuerdos. La melodía y tú sobre el caballo bayo.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Lo que un día fue (castellano)

A veces cuesta creer que las cosas fueran diferentes, es difícil pensar que todo iba en otra dirección. Algo que ahora parece tan fácil, tan natural, tan familiar. Saber que un día todo esto parecía tan lejano, tan frío y distante, casi imposible de alcanzar. Pero, fíjate, fue alcanzado y ahora parece tan simple... Hubo dudas, una pequeña falta de confianza y el temor de no saber qué hay más allá. Ahora, todo eso parece tan lejano, casi como si perteneciese a una vida ajena. Las cosas han salido bien. Ganamos. Fuimos capaces de lo que nos propusimos. Y lo que en su día fue temor a la nostalgia, ahora no es más que una pequeña sonrisa meláncolica, más dispuesta a los cambios, al futuro, que lo que lo fue un día. Porque recordar no duele, los recuerdos sólo tienen leves destellos de tristeza. En cambio, mirar hacia adelante es más fácil, el porvenir parece más luminoso y, aunque los obstáculos sigan allá todavía más grandes, podemos saltar más alto también. El cielo no parece tan lejano. Cada vez volamos más arriba y a veces cuesta creer que nuestras alas fueran tan pequeñas, es difícil pensar que nuestros sueños viviesen a años luz de nosotros.

martes, 18 de septiembre de 2012

Una sombra más (castellano)

La primera vez que soñé con él creí que sólo era una sombra. Entre los árboles llenos de musgo y las hojas secas. Bajo aquella luz anaranjada del ocaso. Ante aquella Luna tímida que todavía no se atrevía a asomarse por el horizonte. Así, me pareciste una sombra más, una de aquellas que bailaban entre los árboles. Una de aquellas que escondían a los pájaros en sus nidos. Una de aquellas que llamaba a los lobos, aún perezosos. No apareciste al día siguiente. Tampoco al otro. No viniste hasta que la Luna menguó hasta desaparecer. Entonces el bosque ya dormía. El invierno había llegado. Todo estaba cubierto de fina nieve primeriza. Los pequeños copos se arremolinaban cerca de los troncos. Los pequeños copos iban de un lado para otro, agitados por el cortante viento. Sin duda, era un día bello. Y, aunque el cielo era gris, el Sol hacía llegar su luz.Y, aunque el cielo era gris, era un día bello.
 Y entre remolinos de diminutos copos de nieve. Y entre arbustos helados. Y entre musgo escarchado, por fin descubrí que no eras una sombra más. No, sin duda, no eras una sombra más. Puede que fueras el alma de la noche. Puede que fueras la mezcla perfecta entre belleza y oscuridad. En cualquier caso, aquel día te vi. Te vi y entendí que eras libre. Libre. Y aunque desease poseerte con todas mis fuerzas, no podría. Aquel día, te vi como te levantabas, orgulloso, sobre tus patas traseras y lanzabas un relincho de serenidad, de libertad rebosante. El relincho de un alma libre, siempre libre. Tus crines largas, negras como todo tu cuerpo, ondeaban entre los copos de nieve, como una noche plagada de estrellas. En ese momento, era imposible confundirte con una sombra más. Porque no había más sombras que tú. La Sombra. Y tan rápido como apareciste, te fuiste cabalgando entre los árboles brillantes, tapizados de blanco, dejando huellas marcadas en el suelo, tan profundas que se veía la oscura tierra que había bajo las primeras nieves. Desapareciste. La neblina te escondió. Pero habías dejado ya muy claro que eras libre y seguirías siéndolo.
No te volví a ver hasta la primavera. Todo era verde. Todo estaba lleno de flores. Todo estaba vivo. Tú también. Volviste a aparecer. Pero esta vez entre árboles verdes. Pero esta vez encima de un tapiz de flores y arbustos tiernos. Te vi cruzar el bosque. Como un relámpago negro. Galopando con elegancia. Rápido y libre. Te paraste y me miraste. Con esos ojos negros y profundos. Sabios y libres. Después seguiste corriendo. Galopando a tu aire. Oí tu respiración. Acompasada. Majestuosa. Confiada. Tranquila.
Desde entonces no te he vuelto ver. Nunca más. Eso me pone triste. No lo negaré. Pero también me alegra saber que sigues siendo libre. Y cuando quieras buscarme, lo harás. Y cuando quieras volver a dedicarme una mirada con esos ojos, lo harás. Con esos ojos profundos. Con esa respiración majestuosa. Con esas patas poderosas. Con esas crines orgullosas. Todo tú. Libre. Libre para siempre. Libre.

domingo, 26 de agosto de 2012

La princesa del bosque (castellano)

Dicen que había una vez, una princesa que, por las noches, soñaba que no era la princesa de su reino, no. Soñaba que era la princesa del bosque. Vestía un susurrante vestido de hojas verdes, suave como la seda, que acariciaba su piel al moverse. En la cabeza, llevaba una corona de ramas floreciendo y decenas de pequeñas flores enredadas en su oscuro pelo rizado. Sus ojos verdes eran del mismo color que los árboles, los arbustos, las hojas de su vestido. En sus sueños, los pájaros cantaban para ella bellas melodías que resonaban por todo el bosque. En sus sueños, montaba gráciles y elegantes ciervos que la llevaban de un lado a otro y la subían a altas montañas desde donde podía ver todo el bosque. Grandes y peludos lobos la acompañaban a descubrir la belleza nocturna y los osos la acogían en sus cuevas, bajo su denso pelaje, para protegerla del frío o la lluvia o ambos. Incluso había hecho amistad con un huidizo zorro de patas negras y fino olfato que sabía camuflarse perfectamente entre la hojarasca y los bajos arbustos. La princesa del bosque se había ganado la confianza de lo búhos que, con sus enormes ojos amarillos, le contaban los secretos y chismorreos de un bosque rebosante de vida.
 A través de sus sueños, la princesa del bosque había aprendido a amar y apreciar cada una de las estaciones del año, así como a temerlas en sus momentos más duros y crueles. Sabía ver la belleza de contemplar caer copos de nieve, redondos y brillantes, sobre el bosque, pero también sabía lo terrible que podía ser una tormenta de nieve en medio del invierno. Se maravillaba por la luz y fuerza del sol del verano, mas conocía lo implacable que éste se volvía sin el cobijo de los árboles y la compañía de un arroyo cantarín o un riachuelo fresco.
 Para ella era fácil orientarse en el bosque, ya que conocía cada árbol, cada camino, cada roca, cada tronco caído en medio de un sendero, cada río, cada hoyo y cada colina. Era su hogar. El lugar cálido y familiar que la acogía cada noche para llevarla a sitios maravillosos, a conocer seres increíbles, a hacerla sentir una princesa querida por sus súbditos, a protegerla, a consolarla.
Pero siempre llegaba la mañana con su sol y su luz, insolentes, burlones, casi parecía que se mofasen de ella por sacarla del bosque de su sueño. Por ello, la princesa odiaba las mañanas, todas ellas, porque cada día le recordaban quien era y donde estaba y, peor aun, le recordaban quien no era y donde no estaba. Cada mañana, mientras las doncellas la vestían y le cepillaban el pelo, la princesa lloraba con lágrimas amargas, llenas de la pena que sentía al recordar que su bosque no existía, que sólo estaba en sus sueños. Nadie en el reino sabía qué pena tan grande afligía el corazón de su princesa, pero sí sabían que no había consuelo posible, era fácil leerlo en sus ojos: no hay solución...
Así que, cada noche, la princesa volvía a su amado bosque a convertirse en la princesa del bosque, a ser de nuevo la persona que tanto anhelaba ser. Pero, un día, de improviso y sin saber por qué, dejó de soñar con el bosque, dejó de volver a ese bello hogar por las noches, ya no había árboles con musgo, ni ciervos que se dejasen montar, ni búhos chismosos, ni osos protectores, sólo oscuridad y silencio para siempre. Pese a todo, ella supo que, para siempre, en su corazón sólo sería la princesa del bosque.

lunes, 20 de agosto de 2012

Cuando le cortas las alas a un soñador (castellano)

Cuando le cortas las alas a un soñador, apagas todos sus sueños. Como cuando le cortas las alas a un colibrí, lo condenas a muerte. Cuando le cortas las alas a un soñador, extingues miles de lucecitas cálidas, miles de estrellas que pertenecen a un firmamento privado. Cuando le cortas las alas a un soñador, las plumas blancas, manchadas de sangre, salen volando y mecidas por el viento llegan lejos, muy lejos, hasta caer al mar. Cuando le cortas las alas a un soñador, apuñalas su corazón, un corazón libre.
 Algunos dirán que lo importante es la realidad. Algunos dirán que los sueños sólo deben escucharse mientras se duerme y olvidarse de ellos al despertar. Otros dirán que los soñadores huyen de la vida, sin entender que es totalmente al contrario. Unos pocos se limitarán a cortar las alas a un soñador sin hacer ningún comentario. Saben que con eso es suficiente. No hacen falta palabras.
 Cuando le cortas las alas a un soñador, destierras a un rey de su reino legítimo. Cuando le cortas las alas a un soñador, hay flores que pierden el olor y el color. Cuando le cortas las alas a un soñador, quemas cartas, notas, dibujos y sonrisas. Cuando le cortas las alas a un soñador, borras su alma, como si fueran letras torpemente puestas o simplemente inútiles. Cuando le cortas las alas a un soñador, disparas letalmente a sus pasiones. Cuando le cortas las alas a un soñador, lo encierras en una jaula de cobre. Cuando le cortas las alas a un soñador, marchitas todo un jardín hecho de esperanzas e ilusiones. Cuando le cortas las alas a un soñador, un frío y temible silencio llena su vida.
Cuando le cortas las alas a un soñador, debes saber que ya no soñará más. Debes saber que ya no cantará más. Debes saber que ya no volará más intentando adueñarse del sol o haciendo un esfuerzo desesperado para acariciar la Luna. Debes saber que ya no brillará más. Debes saber que ya no amará más. Debes saber que ya no llorará más. Ni reirá más.
Es por eso que yo he dejado de hablar, de cantar, de volar, de reír, de amar, de mirar la Luna cada noche con un anhelo escondido en los ojos, de dejar que una sonrisa ocupe mi cara sólo por salir a pasear. Por eso dejé de soñar, de sentir. Me quedé sin mis alas blancas por culpa de una espada brillante, hecha de miedos y sombras.
Pero los soñadores somos tozudos, insistentes, ilusos quizá. Es por eso que somos como un fénix. Es por eso que una pequeña llama vuelve a iluminar mi interior de nuevo. Es por eso que nuevas alas volverán a crecer a partir de cenizas de sueños quemados. Por mucho que me corten las alas, sé que volveré a volar. Mis alas están hechas de sueños. Y los sueños nacen de la vida. Sé que nunca dejaré de soñar. Sé que volveré a volar.

viernes, 10 de agosto de 2012

Una altra llegenda (català)

  El vent porta una llegenda entre muntanyes i valls que qualsevol haurà escoltat si para l'atenció necessària. Aquesta llegenda, però, és diferent de qualsevol que hagis sentit abans, no va passar a un regne gaire llunyà ni fa anys i anys, sinó que els seus protagonistes poden ser a prop teu, més del que puguis imaginar. Tampoc no es tracta d'una princesa i el seu príncep blau, sinó de dues persones simples, com tu i com jo, que només pretenien tirar endavant les seves vides, com dues formiguetes més, perdudes entre la gentada de la ciutat.
 Però Déu o el destí, o el que se suposa que guia els fets fortuïts de les nostres vides, va fer que aquestes dues persones es creuessin un dia i es miressin als ulls mútuament. I va ser aquell instant, aquell precís moment, quan van saber que mai tornarien a ser els mateixos. Malgrat tot, i encara que costi de creure, no es van dir res, ni un sol so de les seves joves i tímides veus, només aquella mirada que va fer una cicatriu, marcada a foc, dins els seus cors.
 Els cabells d'ella, les mans d'ell, i el sentiment dels dos; però no es coneixien, no sabien ni el nom, encara que sentissin que ho sabien tot de l'un de l'altre, que no calia ni una sola paraula. I el destí, així com els va fer trobar-se, també va provocar que cap dels dos es parés i aquell instant només passes a ser un bell i poderós record dins seu... res més? Potser sí, però els hi feia por reconeixe-ho.
 I, tan com el moment va arribar, va marxar i els anys són capritxosos i van passar més ràpid del que ells dos voldrien. Durant aquest temps, cap d'ells ho va reconèixer, però es buscaven l'un a l'altre com la Lluna busca el Sol i el dia la nit. Ells sols no van tenir èxit i sentien que estaven perdent anys que podrien passar junts, tantes nits i tants somriures...
 Així, de nou, Déu o el destí, van voler que es trobessin altre cop, una nit d'estiu, en una platja sota les estrelles com en els contes de fades. Al principi no s'ho van poder creure, per què la vida t'ho treu d'un cop i, de nou, t'ho dóna tan fàcilment? Segur que no hi ha cap tipus de truc?
 Però no volien fer-se preguntes que no tenien resposta, només van mirar-se, es van agafar de la mà i van contemplar el cel junts, sense un sol mot, era innecessari. I al matí següent, un d'ells va desaparèixer sense deixar rastre. Per què? Un superflu tema de feina, de compromís, que els va tornar a separar. Només va deixar un nota maldestrament escrita que era un recull d'excuses pobres. Havia fugit. Suposo que fa por saber que el destí t'ha trobat.
Ella, sola a l'habitació, va plorar, va plorar molt i va maleir el destí. Va entendre que havia de començar una recerca, havia de buscar o mai seria feliç. Així, va passar dies sencers i nits senceres intentant trobar a aquella persona que necessitava per ser feliç. I seria maco dir que quan la va trobar es van abraçar, seria romàntic afegir que es van trobar gràcies als esforços d'ella, seria fàcil acabar dient que van viure feliços per sempre. Però ja he dit que aquesta no és una llegenda com aquelles que s'explica a la canalla.
 La veritat va ser molt diferent: els seus ulls es van tornar a creuar anys, molts anys més tard, quan ell ja caminava amb bastó, quan el cabell d'ella ja era blanc, quan ja feia molts estius que havia deixat de buscar, quan ja s'havia resignat. La realitat era que tots dos havien fet la seva vida i que tots dos tenien néts sans i juganers, que tots dos havien trobat una mica de felicitat malgrat estar separats tant de temps, que tots dos havien estimat algú més i que se l'havien estimat tant com per prometre-li la resta de la seva vida. Però quan es van tornar a trobar, tots dos havien perdut als seus respectius companys pel camí i estaven sols de nou.
I suposo que aquest final de la història és similar al que podeu imaginar. Sí, van estar junts a partir d'aquell moment; sí, van ser feliços l'un al costat de l'altre; sí, van parlar, riure i plorar agafats de la mà; sí, van compartir aquell tros del camí junts; i sí, va ser per sempre perquè es van trobar al començament del camí etern, aquell que ens espera després de la vida. Sí, van ser feliços per sempre més.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Por qué caminos habrán ido (castellano)

 Ayer me compré unas bambas altas, de color beige y con algunos motivos tribales de segunda mano en una pintoresca tienda del centro de la ciudad. Jamás había comprado ropa o zapatos de segunda mano, pero eran una auténtica ganga y no estaban demasiado gastadas. Después, en casa, las miré. Estaban allí, delante del armario, y me acudieron un montón de preguntas. ¿De quién serían? ¿Qué habrán visto? ¿En cuántas escenas importantes de la vida del anterior propietario habrán estado? ¿Cuántos charcos de lluvia habrían pisado? ¿Por qué motivo fueron compradas? ¿O por ningún motivo en especial? Especialmente me intrigaba, ¿qué caminos habría recorrido? ¿Por dónde habrán andado? ¿Son de algún lugar lejano y vinieron aquí por azar? ¿Puede que haya conocido al dueño anterior por casualidad?
 De acuerdo, llamadme romántica, soñadora o lo que queráis, pero acaso, ¿vosotros no tendríais curiosidad? Yo tenía muchísima y las examiné atentamente como si entre las costuras pudiese haber algún secreto escondido, alguna palabra guardada celosamente allí, tal vez algún beso robado que se ocultaba de miradas indiscretas, un pétalo seco de la flor que nunca se recibió, una pluma de la libertad que se perdió. ¿Quién sabe? Pese a mi decepción, obviamente no encontré nada de eso, sólo alguna mancha y unas cuantas rozaduras en los cordones y los bordes, un hilo solitario, la marca un poco borrada en una esquina y el silencio absoluto de las bambas.
 ¿Qué me dirían si pudiesen hablar? ¿Qué historias habrían oído? ¿Me darían sabios consejos? ¿O me llevarían andando a caminos oscuros? ¿Sabrían algún bello poema que yo jamás hubiese escuchado? Mas ellas han permanecido en silencio, un silencio impenetrable e indiferente, como si todo esto no fuese con ellas.
 Las examiné una segunda vez y vi alguna ralladas negras en un lateral del plástico de la suela. ¿Qué les habría pasado? ¿Algún pisotón accidental? ¿Una rozadura en algún sitio desconocido? Las preguntas venían, pero no se iban y cada vez eran más.
 De pronto, me sentí una extraña con algo que yo misma había comprado. Técnicamente son mías, pero no las siento mías, sino que tuve la sensación de ser una ladrona, una ladrona de momentos, pisadas y caminos que no me pertenecen. ¿Tiene eso sentido? No, está claro que no, ningún tipo de sentido, pero así me sentía. Fui dándole vueltas y me percaté del poco sentido que tenía. Esas bambas son mías, fue el destino que las encontrase y las comprase. Me llamaron la atención desde la calle, el motivo por entrar en la tienda fueron esas bambas. Las miré y me encantaron, pero por la marca supuse que serían caras y casi desistí. Entonces la dependienta me dijo el precio, muy alejado de lo que yo esperaba y me planteé seriamente comprarlas. Aunque entonces pensé que quizá no sería mi número, pues eran de segunda mano y sólo tenían esas. El número grabado en la suela estaba puesto con el sistema americano por lo que no tenía ni idea de si se acercaba o no a mi talla. Aun así, decidí probármelas. Por si acaso. Me iban como un guante, era mi número, sin duda y se adaptaban perfectamente a mi pie. ¿Una estupidez? Sí, sin duda, pero en ese momento supe que las iba a comprar. Llamadlo destino, llamadlo estupidez, llamadlo azar, llamadlo locura. A lo mejor es todo a la vez.
 Por eso, ayer, mientras las miraba y especulaba, pensé que eran mías por derecho y que no era casualidad que hubiesen acabado en mis manos. Entonces un pregunta un poco inquietante apareció, ¿por qué se habrían deshecho de ellas? ¿Le habría pasado algo al otro dueño? Todavía están bastante nuevas, se pueden llevar algunos años más y no están pasadas de moda, más bien lo contrario. Así que, ¿por qué estaban en aquella tienda de segunda mano, rodeadas de más zapatos que habían tenido el mismo destino? Alguna que otra posibilidad siniestra salió de mi imaginación, pero intenté desecharla rápidamente.
 Esta mañana, al verlas, todas estas preguntas han vuelto a asaltarme, pero las bambas siguen sumidas en su silencio profundo donde se hallan todas las respuestas. En un día, sin proponérmelo, me he llenado la cabeza de preguntas que nunca encontrarán su respuesta, de suposiciones fruto de la imaginación y mis bambas nuevas tienen unas marcas, unas cicatrices, que nunca sabré cómo ni dónde se hicieron. Tampoco me desharé ya de ese sordo silencio que emana de ellas, tozudo y dispuesto a ocultarme todos sus secretos, todo su pasado. Quizá, al igual que cualquier otro, sólo quieren una nueva vida, un nuevo comenzar.

viernes, 8 de junio de 2012

Hoy digo adiós (castellano)

Hoy ha sido el último día de colegio. Para siempre. El año que viene todo será diferente. Ya no volveré a las mismas escaleras, ni serán las mismas caras. No sé ni cómo me siento, emocionada y triste, supongo. Hoy ha sido raro salir de allí pensando que ya no volverás.
 Esas paredes me han visto crecer desde los 3 años y conozco todos sus secretos y rincones como la palma de mi mano. Es parte de mí. He reído, llorado, preocupado y jugado allí. He conseguido convertirme en una personita y se hace raro decir adiós a algo tan ligado a ti. Casi parece irreal, como si después del verano me fuese a esperar. Como siempre. Pero mi tiempo allí ha acabado y ahora me doy cuenta que sólo quedarán recuerdos, tantos y tantos recuerdos...
 Allí está contada la historia de mi vida hasta ahora y, aunque me muero de ganas por saltar al siguiente nivel, no puedo evitar esta nostalgia que me invade al pensar que avanzar supone despedirse de tanto y tantos... Y son tantas la historias que podría contar, que es difícil escoger alguna.
 Puede parecer ridículo, sólo es un colegio, sólo es el final de una época de la vida, pero no puedo explicarlo. Quizá me da miedo darme cuenta que ya me he hecho mayor, que debo aprender a ser adulta y responsable como se espera de mí. Tal vez tema el hecho que ahora iré a ciegas, sin conocer el terreno tan bien como hasta ahora. Creo que es que no me gusta la idea de ser 'la nueva' porque se me antoja muy extraña y diferente a mí.
 Así, hoy acabo algo importante, es la primera vez que me encuentro en esta situación y los sentimientos me hacen sentir rara. Pese a que la frontera es difusa, sé que acabo de cruzarla y mis pies se han vuelto un poco vacilantes, la mirada se me va para atrás.
 Creo que hoy he comprendido el valor real de los recuerdos, que debo guardarlos bajo llave y no perderlos jamás.
 Adiós, decía hoy, adiós, y sentía como dejaba atrás tantas cosas que sólo seguirán vivas  en los recuerdos. Y, aunque los caminos nuevos son prometedores, es difícil decir adiós. Nunca me han gustado las despedidas y decir adiós hoy me ha costado más de lo que esperaba. Supongo que los lazos y los recuerdos son demasiado poderosos y ocupan un lugar demasiado importante como para simplemente ignorarlos.
 Así que hoy ha sido mi último día en el colegio y, por tanto, ver como se quedaba atrás ha sido algo que me ha provocado más nostalgia de la que pensaba.
 Adiós, digo, adiós y gracias. No se me dan bien las despedidas, nunca sé qué decir. Ni siquiera sé cómo explicarlo por muchas vueltas que le dé, así que sólo puedo decir adiós y sentirme feliz y orgullosa de lo que dejo atrás. Al fin y al cabo, eso me ha hecho ser quien soy ahora y eso es lo mejor que me puedo llevar.
 Creo que ahora ya estoy lista para ver qué me depara el mañana.

martes, 5 de junio de 2012

Discurs de la graduació (català)

Una escola. Sovint només es parla de la institució, de notes, estadístiques i professors, oblidant que el més important d’un col·legi són les seves històries, tot allò que viuen els alumnes a les aules. No es té present que, malgrat tot, el que romandrà serà els records que es formin, més enllà de tota la resta. I de records, en tenim més dels que podríem comptar. Difícil ha sigut per nosaltres saber per on començar.

Han estat uns cursos plens de vivències. Tan memorables com no tan bones, que ens han fet tan riure com plorar. Algunes de les quals potser d’aquí uns anys seran el centre de les nostres converses i es convertiran en les nostres pròpies llegendes. Uns capítols que ens faran recordar aquesta etapa com una de les millors de la nostra vida.

El final de l’estiu arriba de la mà del nou curs, cares noves, il·lusió per la nova etapa i la tranquil·litat que encara hi ha més llums que ombres, més dia que nit. Però amb la tardor comencen les primeres pluges i el fred, les primeres desil·lusions i entrebancs en el camí. Al hivern, el paper protagonista serà cedit al pessimisme, al veure més mesos per venir que els transcorreguts, amb l’alè d’un treball de recerca inacabat perseguint-te. No obstant això, un hivern llarg augura una primavera duradora. Aquesta suposa la instauració de l’esperança i la il·lusió fruït de la collita dels primers bons resultats. Llavors t’adones que l’esforç mai és en va. És amb l’arribada de la calor, el Sol i les nits curtes quan nous horitzons s’obren davant nostre. No hi ha millor recompensa pel treball realitzat que el començar d’un nou dia ben clar.

És un veritable honor per a nosaltres parlar en nom dels nostres companys i companyes i amb la veu de tots nosaltres. En una vetllada com aquesta, és de justícia reconèixer la labor de tots aquells que han recorregut aquest camí amb nosaltres, guiant-nos quan estàvem perduts o oferint-nos la mà quan hem caigut. En primer lloc, el nostre més sincer agraïment al professorat. Gràcies per haver-nos obert les portes del coneixement, ensenyar-nos que hi ha llum més enllà d’una mala nota i per mostrar-nos que, més enllà de lletres i nombres, hi ha persones. El delta de l’Ebre, Linden, París, Boston o Polònia són indrets que ens fan pensar en com els mestres han arribat a implicar-se fora de les classes. Darrere de baralles per un punt més o menys a la nota, s’amaga l’estima. Aquesta gratitud va també dirigida a la Coordinació i Direcció del centre, per permetre’ns passar a formar part de la història de l’escola.

En segon terme, volem cedir el protagonisme per uns moments als nostres pares i mares. Sense vosaltres arribar aquí hagués estat encara més dur. Heu estat el nostre suport en circumstàncies difícils quan les coses no han anat com nosaltres esperàvem. Heu patit amb nosaltres en veure com els resultats no es corresponien amb l’esforç invertit. Però també heu fet la nostra alegria vostra, perquè per això està la família, per celebrar les victòries i abraçar-se en les derrotes.

Per últim, volem agrair als nostres companys els inoblidables moments viscuts i pel càlid ambient creat. Perquè mireu al vostre voltant, totes aquestes cares han posat el seu gra de sorra en aquesta estada de dos anys o més. Amb cadascú teniu un record associat per molt petit que sigui. El suport mutu en pujar els dos les escales fent tard, el trobar com a punt comú les cares de son a les 8 del matí, ser els grans, els del bar, l’amor compartit pels radiadors quan era hivern o la rancor cap a l’aire condicionat causant de tants mals de coll. És innegable que aquesta experiència anomenada Batxillerat no hauria estat el mateix sense tots vosaltres.

En una cerimònia com la d’avui els sentiments són contradictoris: alegria pel final del Batxillerat, per la llibertat guanyada, per haver complert un objectiu i per tenir més proper un somni anomenat universitat; i tristesa per l’adéu a una experiència educativa que per molts ens ha acompanyat des dels 3 anys d’edat. També por i curiositat per les portes que estan per obrir i per la responsabilitat adulta dipositada sobre les nostres espatlles. La inseguretat sobre si aquest pes serà massa difícil de carregar o no. I amb l’enyorança d’uns temps que hauran esdevingut de presents a passats en un obrir i tancar d’ulls. Però la capacitat de recordar és una de les millors facultats de l’home. No es pot viure de records, però aquests ajuden a afrontar el futur amb més optimisme al saber que una vegada assolida una meta ningú t’impedeix arribar a la següent. I acabar el Batxillerat ha estat la nostra primera gran meta. Perquè només existeix un límit, el que nosaltres mateixos ens imposem.

A partir d’ara els nostres camins es bifurquen i cadascú seguirà el seu propi trajecte. Avui tanquem una porta darrere nostre però ens trobem amb mil portes més al davant. El recorregut propi ens guiarà cap a una o altra, sempre amb el record d’aquest tros que hem fet junts.

Perquè ja ho diu una de les cançons insignes de la música catalana:

Camins, que ara s'esvaeixen,
Camins, que has de fer sol,
Camins, vora les estrelles,
Camins, que ja són nous.


Raquel Pérez i Eva Vidal

miércoles, 23 de mayo de 2012

El castillo de cristal (castellano)

La princesa miraba la ciudad. Era un día soleado, luminoso, y las calles estaban llenas de gente que vendía y compraba o simplemente paseaba. En general, parecían felices, muchos sonreían o lanzaban miradas cómplices y satisfechas, había algún niño que, cogido de la mano de su madre, lloraba al ver que no le cumplían su capricho, algunos otros gritaban y reían al correr detrás de gallinas asustadas o al ser perseguidos por algún adulto demasiado gruñón y estricto.
 La princesa suspiró y deseó poder bajar y mezclarse entre el gentío, oír su voces de cerca, sentir el calor del sol directo en la piel o los empujones al pasar por una callejuela demasiado estrecha y abarrotada. No le importaba ensuciarse los zapatitos de tierra o enfangar el bajo del vestido. ¿Y si el viento la despeinaba? Por fin, sabría lo que era no tener el pelo perfectamente cepillado siempre.
 Pero en vez de eso, tenía que mirarlo todo des de la distancia, des de su castillo de cristal, tan luminoso y precioso, des de donde se veía todo lo que sucedía en la ciudad, que brillaba con luz propia con los reflejos del sol y la luna. La envidia de todos, poder vivir en ese hermoso castillo que se alzaba en medio de las casas, imponente, elegante.
 La princesa era la afortunada que vivía en su interior y, por ello, todos deducían que sería feliz, la más feliz de todos, allí, en su castillo de cristal, rodeada de luz y vistas a todos lados.
 Pero lo que no sabían era que no se podía salir del castillo de cristal, tan transparente, casi como si no existiese, mas levantaba un muro infranqueable a la princesa. La ciudad, la gente, el mercado, las gallinas y los perros de las calles, podía verlos cada día e incluso oírlos en la lejanía, a través de las paredes de cristal, como si estuviesen a años luz de ella. Su blanca piel y sus ojos azules cada día estaban más apagados, como si toda la calidez del sol se perdiese al traspasar el castillo de cristal y su interior quedase oscuro, frío y solitario. Así, la princesa estaba triste, muy triste, cada día más. No le importaba su castillo de cristal, no lo quería, porque era como una jaula.
 La princesa se sentía como un pajarillo encerrado en su hermosa jaula, bonita como ninguna otra, pero de la que no podía escapar. ¡Escapar...!, suspiraba a menudo. ¡Qué más quisiera la princesa que huir de esas paredes de cristal que retenían toda la felicidad de fuera! Casi cada noche soñaba que tenía alas con las que podía escapar del castillo de cristal y volar lejos, fuera, a la ciudad. Así, después, con las alas plegadas, recorría las calles y hablaba con la gente, reía con las mujeres y jugaba con los niños bajo el sol de verdad.
 Pero cada mañana, el castillo de cristal le recordaba a la princesa que no tenía alas, que no podía huir. ¡En el castillo de cristal serás feliz!, le dijeron y ella se dejó engañar. Así, la princesa se sentía sola y triste y notaba como se le iba la alegría y la vida a través de las paredes de cristal con cada suspiro y cada parpadeo.
 Con el tiempo, la gente pensó que la princesa era muy feliz en su castillo de cristal porque nunca salía. La verdad fue que la princesa acabó muriendo en su castillo de cristal, ahogada entre sus luminosas paredes que le dejaban ver qué sucedía fuera pero que no la dejaban pasar, y, luego, el castillo de cristal quedó vacío para siempre.

jueves, 19 de abril de 2012

Motivos (castellano)

Diez motivos para tener miedo:
-Las noches oscuras
-Los sonidos raros inexplicables
-Los juicios que la gente hará sobre ti
-Un futuro incierto
-La vida yendo a la deriva sin rumbo
-Una gran casa vieja y vacía
-Pensar en la muerte de un ser querido
-Una puerta entrecerrada
-Tener el corazón roto en mil pedazos
-Estar solo para siempre

Diez motivos para ser feliz:
-Un día cálido y soleado en la playa
-La música: cantar y bailar hasta no poder más
-Tener amigos leales con los que reír y llorar a la vez
-El día de mañana, por el mero hecho de existir
-Escribir el propio camino, abrir nuevos senderos
-Una casa luminosa y llena de libros antiguos
-Pensar en todos los que están a tu alrededor
-Abrir puertas y ventanas, para explorar y observar
-Fundir tu corazón con otro
-Cogerte de la mano para siempre

Ríe, llora, grita y susurra, toma el sol y baila bajo la lluvia, báñate en el mar y sube la montaña más alta, corre, duerme bajo un árbol, escucha y habla, prueba todos los sabores y texturas, compra lo más bonito de la tienda y regálaselo al más desdichado que conozcas, vive y siente, viaja y quédate en el sofá a ver una peli. Pierde, gana, pero sobretodo juega, juega y apuesta, sólo así los motivos para ser feliz pesarán más que los motivos para tener miedo. Sólo así serás feliz.

domingo, 25 de marzo de 2012

El pájaro (castellano)

Era sólo un pájaro, un pájaro libre que volaba por el cielo. Tenía las plumas brillantes, blancas y marrones, y las alas más elegantes posibles de imaginar. Desde su nido veía el valle, el bosque cubriéndolo y las montañas que custodiaban aquel tranquilo pedazo de tierra. Con sus ojos amarillos, lo vigilaba todo y le encantaba sobrevolarlo dejando que fuese el mismo viento, fresco y aromático, quien lo llevase de un lado a otro.
Estando allí arriba, no era difícil ver qué pasaba y observar cómo los ciervos huían, asustados, de un oso que se había acercado demasiado, y por las noches como los lobos aullaban y corrían, presos de una salvaje y loca libertad que los embriagaba hasta el amanecer. Durante el invierno, todo se apagaba, se ralentizaba y se volvía blanco, tan puro que hasta dolía a los ojos.
Había muchos más pájaros, pero no dedicaban tanto tiempo a volar por el mero placer de hacerlo, por sentir el aire y el sol. A veces, el pájaro luchaba contra el viento para llegar a las cimas de las montañas; y es que el pájaro anhelaba llegar alto, muy alto y poder contemplar de cerca las estrellas, el sol y la luna, quería saber si el viento sería más fuerte y frío o si sería un sitio pacífico que siempre estuviese en calma, deseaba conocer si el calor del sol sería mayor allí arriba o no. Pero no podía llegar hasta ahí. Por mucho que batiese las alas, no podía separarse de los árboles, el viento no le dejaba pasar y sus alas acababan tan cansadas que lo obligaban a bajar a las ramas para recuperarse. ¿Por qué no había árboles allí arriba?
Y un día de primavera, despertó y se encontró con el valle exultante, lleno de vida, ruidoso y luminoso, colorido y con mil aromas distintos. Era hermoso, sin duda, pero aquel día el cielo era un azul tan intenso que cautivó al pájaro y la atracción que tenía sobre él se hizo irresistible. Así que voló, voló hacia arriba, siempre arriba y más arriba, a esa parte del mundo que quería conocer por encima de cualquier cosa. El viento tampoco se lo impidió, por lo que continuó durante tiempo y tiempo. El pájaro se sentía feliz, cada vez más feliz y prosiguió con su viaje. Pudo ver el sol de mucho más cerca que ningún otro pájaro e incluso divisó estrellas escondidas entre ese azul.
Pero, en ese momento, sus alas se negaron a continuar y empezó a caer y a caer... Todo a su alrededor era un torbellino azul y frío que lo arrastraba hacia abajo. Mas el pájaro estaba feliz, no necesitaba volar ya más arriba, había visto todo lo que quería ver y había sido maravilloso. Así que cuando vio que su vida ya tocaba a su fin no sintió pena ni miedo, porque ya había cumplido su sueño. Agradeció mil veces a sus alas haber sido tan fuertes y haber aguantado hasta volar tan alto, no podía imaginar nada mejor. Y si la caída era el precio a pagar por haber subido, caería hasta al valle, entre las montañas, y dejaría que el viento y el sol lo acariciasen por última vez.

sábado, 17 de marzo de 2012

"Ven conmigo..." (castellano)

 -No escuches las palabras de los demás... -le susurró al marinero-. Ven conmigo...
 Esa melodiosa voz invitaba a obedecerla, a ignorar el mundo exterior y sólo mirarla a los ojos, perderse en esa preciosa cara que parecía tan inocente. El corazón del hombre se sentía extrañamente en paz, sumido en un silencio irreal.
 Mas, fuera, el caos era absoluto: el fuego y las olas bailaban una macabra danza en esa lúgubre noche. El resto de la tripulación gritaba e intentaba escapar del barco en llamas y el enfurecido mar. Parecía que, de golpe, las espadas y los revólveres fuesen totalmente inútiles contra la muerte. Los barriles, las botellas y las monedas de oro y cobre caían en las aguas negras y se perdían para siempre bajo ellas. El capitán rugía órdenes que nadie obedecía y se agarraba desesperadamente al timón, incapaz de luchar contra el oleaje. Pero, ¿qué más podía hacer? No iba a abandonar el navío, había sido su vida, su infancia, su amada, su madre, su hogar, su todo. Iba a permanecer allí hasta el final.
 Entre todo eso, habían salido del mar unos bellos seres. Una docena de sirenas habían rodeado el barco medio hundido y se llevaban a los hombres a las profundidades.
 El marinero colgaba de la cubierta por un brazo que se aferraba a un barrote de la barandilla astillada. Pero las piernas ya estaban entumecidas por la fría agua que le mordía la piel con pequeños dientes afilados y precisos. Aunque él ya no sentía nada, ya no. Delante, tenía la criatura más hermosa que jamás había visto. Mitad mujer y mitad pez. Unas facciones finas, perfectas, recubiertas por una tez blanca y suave, una boca pequeña y sonriente rodeada por labios rosados. Te podías perder en esos ojos azules, profundos, del color del mar y que parecían esconder mil historias, mil amores y mil corazones rotos, mas al mismo tiempo poseían una inocencia pura. El pelo rojizo cubría los hombros y se hundía en las aguas negras; los rizos mojados caían desordenados pero en una bella armonía. En vez de piernas, tenía una larga cola recubierta por grandes y brillantes escamas que destellaban al reflejar el fuego bajo el agua. Toda ella parecía estar rodeada por una aura mágica y angelical. Y su voz... ¿qué decir? Cristalina, risueña, aterciopelada y delicada, como de otro mundo.
 Le insistía al marinero que se fuese con ella y le contó historias de lugares submarinos increíbles y hermosos, llenos de grandes tesoros, leyendas que sólo se oían bajo el mar. Con la pálida mano, acarició dulcemente la mejilla del marinero y comenzó a cantar. Sería imposible poder explicar cómo sonaba, parecía el canto triste de un pajarillo y, a la vez, se asemejaba a los coros de un grupo de ballenas. Sus canciones de amor hablaban de perlas, de naufragios y playas, puestas de sol reflejadas en el mar, de marineros enamorados y olas traicioneras, botellas vacías y romances desafortunados.
 Finalmente, los gruesos y callosos dedos del marineros se soltaron y se cogieron a la delgada y pálida mano de la sirena, tan fría... Embriagado por la belleza y las canciones de ese hermoso ser, dejó que le condujese a lo más profundo del mar, con la esperanza de ver todas la maravillas que le había contado. Pero la aguas negras sólo guardaban frío y oscuridad para siempre.

lunes, 12 de marzo de 2012

La carta (castellano)

La guardo en una caja desgastada pese a los años, pese al olvido, pese a todo. Está en su sobre, con aquella dirección en la que ahora sólo hay un parque. Me mudé hace muchos años, sólo pude salir corriendo después de todo. El papel ya amarillea asemejándose más al pergamino, está arrugado y los bordes tienen un color todavía más enfermizo. Pero soy incapaz de deshacerme de ella. Aun no sé por qué exactamente, quizá para tener todavía algo de ti, para mantener vivo el recuerdo, tener la certeza de que no es un sueño difuso e idealizado.
Hay noches en las que no puedo dormir y, entonces, bajo una cajita del armario, la abro y saco el sobre. Desplegarla provoca todo un cúmulo de sensaciones indescriptibles y nostálgicas en mi interior, aun antes de empezar a leerla. Me parece que aun huele a ti, pero a lo mejor sólo es mi imaginación. Las palabras que contiene me las sé de memoria, pero ahí no sólo hay palabras. Esa tinta oscura, negra, refleja mucho más. Es tu letra, tus espigadas efes y tus elegantes íes, un trazo firme y delicado. Leerla es como volver a oír tu voz, notar tu aliento cerca de mí, tu suave voz dando forma gracilmente a las palabras para que acaricien mis oídos... Pero ahora sólo hay silencio después de estas palabras. La abrazo y puedo sentir tu calor, tus brazos cálidos redeándome... Cuando todavía éramos jóvenes y nos creíamos inmortales. ¡Qué ingenuidad la nuestra! Ahora sólo quedan palabras escritas en una carta hace más de cincuenta años. Una broma del destino, una jugada incontestable que nos separó para siempre. Mis manos, ya viejas y arrugadas, la aprietan dulcemente contra mi pecho y cierro los ojos, recordando...
Pero, entonces, algo se mueve y se enciende una luz.
-¿Estás despierta? ¿Estás bien?
-Sí, sí... Sólo iba a buscar un vaso de agua -miento.
Pliego cuidadosamente la carta y la guardo en el sobre, allí donde hay una parte de mi alma. La caja vuelve al armario y el corazón echa el cerrojo a todos esos recuerdos. Me vuelvo y voy hacia mi marido. Sólo él pudo hacerme sentir algo otra vez. Después de que te marchases al frente y no volvieses. Pero nunca he dejado de pensar que ese hombre podrías haber sido tú. Tú y yo para siempre.
Mas, ahora, lo único que me queda de ti son un montón de recuerdos polvorientos y esa vieja carta.

sábado, 3 de marzo de 2012

Exámenes... me están matando (castellano)

Mi blog lleva unas cuantas semanas abandonado, lo sé, ¡y eso que tengo mil ideas para escribir! Pero ahora mismo estoy en plenos exámenes trimestrales y procuro concentrarme al máximo, aunque no siempre es fácil. Por suerte, los acabo el martes y, a partir de entonces, voy a intentar volver a escribir por aquí porque tengo muchas ideas. Es curioso, pero cuanto más estresada estoy y más trabajo tengo, estoy más inspirada que nunca. No, yo tampoco lo entiendo.
La verdad es que necesito que estos exámenes se acaben ya o me explotará la cabeza en cualquier momento. Cuando pienso que "sólo" falta poco más de tres meses y medio para el verano... No sé si eso me consuela o me desanima aun más. Necesito un poco libertad, un poco de tiempo para mí o acabaré volviéndome loca.
Pues eso, no desconectéis de aquí que en pocos días volveré y tengo ya ideas muy buenas para escribir que seguro que no os decepcionan. ¡No os vayáis que volvemos después de la publicidad!
P.D.: ¡Muchas gracias a los nuevos seguidores! :)

viernes, 17 de febrero de 2012

Con los ojos cerrados (castellano)

Sonó el teléfono. Otra vez, pensé. Ni siquiera me importó quién podía ser. ¿A caso tenía sentido saberlo? No, no lo tenía. Cerré los ojos, como había hecho miles de veces desde ese día. Los cerré y deseé que nunca más se abriesen, nunca más... Estiré la manta hasta que me cubrió la cabeza. Quería protegerme, quería estar sola, aislarme para oír solo los latidos de mi enfermo corazón.
Pero el teléfono volvió a sonar insistentemente, como si de verdad creyese que fuese a cogerlo. Su sonido era tan irritante, tan molesto y estridente... ¿Te va a ganar un teléfono? Ah, no, ni hablar, yo tengo más fuerza de voluntad, soy más fuerte...Y calló por fin. Un suspiro se escapó entre mis labios y saqué la cabeza de entre los cojines y la manta vieja, llena de bolas. Pensé en abrir los ojos, pero sólo se quedó en la idea de hacerlo, se quedaron cerrados, en vaga indefinida.
Fuera se oían los coches y la gente, el ruido de la calle subía ligero, volátil y sutil, como el aroma del pan recién hecho. Quería tentarme, tentarme a bajar y a reencontrarme con el sol, con el viento y las caras conocidas. Eso último era lo que me daba más miedo. ¿Qué pensarían si me viesen? Hacía tiempo que no le dirigía una mirada al espejo, ves a saber qué es lo que me encontraba. ¿Qué tipo de aspecto tendría mi pelo? Mejor no saberlo, concluí.
Me acurruqué aun más, me hice un ovillo como si fuese un gato. Seguía con los ojos cerrados y eso activó mi cerebro. Mala cosa... En cuanto se puso en marcha, comenzó a pensar y a recordar. Ya está, es tarde otra vez. Un montón de imágenes y palabras, susurradas y gritadas, comenzaron a mezclarse y llevar mi pensamiento de un lado a otro, de la alegría a la tristeza, del amor al odio, de la ingenuidad a la desconfianza absoluta. Desde la primera sonrisa a la última discusión. Eso fue lo que pasó.
Mi corazón tembló ante los recuerdos, eran más poderosos que él y, un día, ya llegaron a romperlo por la mitad. Era difícil encontrar todos los pedazos y juntarlos de nuevo, en cualquier caso sabía que ya nunca sería igual, jamás volvería a ser ese corazón inocente y brillante, nuevo de trinca. No, eso se había acabado para siempre. Pero intentaba, desesperadamente, montarlo de nuevo y poder volver a sentir, aunque sólo fuese la calidez de una sonrisa sincera. No pedía más. Tontamente, esperaba en ese sofá, bajo esa manta, a que mi corazón se recompusiese solo. Tenía la corazonada que sólo hacía falta tiempo, tiempo y silencio. Con eso bastará, creí. Pero los recuerdos habían vuelto y cada vez que volvían eran igual de fuertes, el tiempo no les afectaba, pero a mí me estaba consumiendo.
Se me escapó un débil jadeo, dolía demasiado pensar, hasta cortarte la respiración... y atraía más lágrimas que cualquier otra cosa. Abrí los ojos un momento, sólo para que la luz que entraba por las ventanas me recordase que seguía viva. Pues sí, lo seguía, así que cerré los ojos de nuevo.
Y el teléfono volvió a sonar. Otra vez, insistentemente, deseando que lo descolgasen. Pero yo ya no tenía fuerzas, ya no. Si lo hubiese cogido, habría descubierto que no se trataba de nada más que tú con un ramo de rosas, una disculpa y, por supuesto, tu sonrisa. Lástima que el teléfono siguiese sonando para siempre.

martes, 14 de febrero de 2012

Hay quien lo llama escribir (castellano)

Y un día te dicen que han llorado con tus palabras, con aquello que has escrito y ves su tímidas lágrimas asomándose por los ojos. Te sientes feliz, satisfecho por haber hecho llorar a esa persona. ¿Y por qué? Pues porque no hay mayor alegría para un domador de palabras que hacer llorar a otra persona con las letras. Porque llorar es bonito, porque sólo lloras cuando hay un sentimiento, feliz o triste, que ha tocado la parte más sensible del alma, la más íntima y bella, la que jamás enseñamos a los demás. Por eso, cuando consigues llegar a ese punto del alma, sólo con la gracilidad de las palabras, es como hacer una cima, como lograr lo imposible, sientes que has cumplido con una pequeña misión que se te dijo en sueños que debías llevar a cabo.
Alguien me dijo una vez que la literatura es transmitir sentimientos, así que cuando haces llorar a alguien con palabras significa que has hecho verdadera literatura aunque no te apellides Bécquer, Shakespeare o Goethe, que realmente has transmitido algo, que los sentimientos ahí reflejados no son ningún cuento, ninguna mentira, sólo un pedazo de tu alma que has querido dibujar con letras. Hay quien, a eso, lo llama escribir.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Rozando el sueño (castellano)

Ya sé que dije que no haría más posts sobre mí, pero es que quiero decir que hoy ha sido un día especial aunque no por nada que parezca demasiado importante. Mi vocación de veterinaria me viene desde pequeña, de hecho, no recuerdo que haya querido ser otra cosa en algún momento, es mi ilusión y, por ahora, mi única meta importante a alcanzar. En junio, haré la selctividad, lo que significa que a partir del próximo septiembre empezaré la universidad. Supongo que eso es algo que hace ilusión a casi todos los alumnos de mi edad, pero para mí es verdaderamente especial. Llevo trabajando para entrar en veterinaria desde siempre, creo que es a lo que le he dedicado más esfuerzo y es lo que más ilusión me hace en el mundo: entrar en veterinaria, llevo toda la vida deseándolo y ahora lo veo tan cerca... Y resulta que aquí, en Cataluña, sólo hay una universidad que tiene esta carrera, la UAB, por lo que llevo toda la vida mentalizándome que iba a ir a esa universidad, no concibo ir a ninguna otra (aunque para llegar me haya de tragar una hora de ida y otra enterita de vuelta). Así que hoy era el día de puertas abiertas y esta tarde he ido con una amiga a ver cómo era lo que llevaba toda la vida esperando.
 ¿Qué decir? Es que no sé cómo explicarlo, sé que parece una tontería y a lo mejor estáis pensando que estoy un poco ida, pero la verdad es que si ya tenía claro qué quería hacer y dónde, hoy todavía lo tengo más claro. Es tal y como había esperado, sino mejor. Es mi sueño, mi sueño más importante y hoy he podido rozarlo con los dedos... Ha sido increíble, y eso que la hemos visitado en unas circunstancias... digamos que poco convencionales, porque se supone que las puertas abiertas eran por la mañna, pero teníamos clase y hemos pasado por la tarde cuando ya era casi de noche y no había casi nadie por allí, temíamos que hasta nos echaran, aunque en verdad eso ha añadido todavía más emoción a toda la aventura, porque llegar suponía confiar en nuestro poco sentido de la orientación que, afortunadamente, hoy ha decido ser competente y no nos hemos perdido en ningún momento.
 Pues eso, hoy he visto que lo que llevo esperando tanto tiempo no es sólo un sueño, sino que es cuestión de tiempo que se cumpla y promete mucho.

martes, 24 de enero de 2012

Sobre mí (castellano)

Llevo ya varios meses con este blog y todavía no he hablado de mí. Al menos, no directamente. La intención tampoco era, ni es, hacer de este blog un diario personal o algo así, pero después de tanto tiempo reconozco que estoy sorprendida. Cuando comencé, no esperaba nada en especial, de hecho si me leían cuatro gatos ya estaba más que satisfecha, pero no sé cómo ya he llegado a los 58 seguidores y vais comentando aquí y allá los escritos que más os gustan. No sé cómo deciros que, ¡gracias! !Muchas gracias! Nunca pensé que tanta gente se interesara por mis escritos. A menudo, ni yo los valoro positivamente, sólo veo fallos y cosas a mejorar. De vez en cuando, va bien recoger ánimos como los vuestros. :)
Y sobre mí... ¿Qué podría decir al respecto? Pues... soy alguien que suele soñar más despierta que dormida, con un millón de pájaros en la cabeza, con ganas de crecer rápido, ganas de mejorar y hacerme mayor pronto, alguien con un universo entero detrás de los ojos, con manos que escriben compulsivamente, necesito poder hacer bailar las palabras de vez en cuando, sino siento que me falta algo. Querría definirme como alguien diferente, pero quizá no tengo más que sueños adolescentes como cualquiera de mi edad, seguramente no hay tanto que me diferencie de los demás. Soy tanto de letras como de números, tanto me gusta la ciencia apasionadamente como las letras románticamente. ¿Romántica? Mi profesor de lengua suele decirme que escribo más a lo barroco y yo adoro los textos medievales. Parece que no hay ninguna época perfecta para mí, seguramente porque no soy perfecta. Soy más especialista en sacarme defectos que virtudes, probablemente porque tengo muchos más. Una vez, leí que la persona con la que siempre seremos más exigentes será con nosotros mismos. Coincido totalmente.
Mi relación amor-odio con las ciencias es antagónica a la de mis amantes letras que no es más que dulzura y paciencia que a menudo debo hacer esperar tras mis obligaciones. Y, por supuesto, los animales traen la nota de color y mi clara vocación que me ayuda a escoger qué futuro quiero. Me gusta saber qué espero y qué camino quiero coger en vez de ir a tientas. Todo eso se lo debo a los animales.
Ya veis, ni siquiera yo misma sabría decir cómo soy, me sorprendo a mí misma a menudo y eso es tan bueno como malo, ¿no?
Puede que ésta sea la última entrada en la que hable de mí o quizá me acostumbre a intentar desgranar mi alma como si fuese un experimento de laboratorio o, tal vez, como un bello libro que en su interior tiene más secretos de los que parece a simple vista.

lunes, 16 de enero de 2012

Galletas recién hechas (castellano)

Era un olor inconfundible: las galletas recién salidas delhorno. El perfume se escapaba por una ventana entreabierta, de la que también querían salir volando las cortinas, vaporosas y blancas, que bailaban al sondel aire que corría. El sol brillaba con fuerza, pero sin llegar a quemar niaplacar la vida que había por los alrededores. El cielo era de un azul muylimpio, intenso y bello…
Podía parecer unaescena perfecta, una vida pacífica y hermosa, pero, sin duda alguna, no lo era. Había demasiado silencio, lapaz y tranquilidad eran demasiado irreales, ilusorias, le parecieron claramenteficticias. No, la vida no es de ese blanco transparente, ni siquiera estranslúcida. Siempre está opaca por todoaquello que los seres humanos nos ocultamos los unos a los otros, por todas lasmentiras que decimos que tejen una densa red que no deja que sea tan brillante.No, definitivamente, esa escena no podía ser real, en absoluto.
Sin embargo, habíaalgo en esa falsa realidad que te embriagaba hasta hacerte creer que sí, quepodía ser cierta tal escena. Entrecerrabas los ojos y lo veías tan claro…

sábado, 7 de enero de 2012

Añorarte (castellano)

Quiero saber qué pasa por detrás de esos ojos tuyos, qué me escondes. Quiero abrazarte de nuevo y que me rodees con tus brazos. ¿Puedo decirte una cosa? Te añoro, te echo de menos, ya no sé cómo decirlo para que me entiendas, para que me escuches, para que me hagas caso. Me he imaginado la vida sin ti... la prefiero contigo, sin duda alguna. Pues quiero despertarte con un beso y decirte cuánto te quiero mil veces al día. A veces, pienso que fuiste un sueño, que jamás exististe: quizá, así, comprendería tu ausencia. Mas eso sería demasiado fácil... La vida no es tan sencilla, o a lo mejor somos nosotros que somos incapaces de entenderla si no es complicada.
Buff, la cabeza ya me da vueltas... Espera, dame un momento... que me siente... Ay... Ya está... Sí, ha pasado... Es que, de vez en cuando, este vacío que tengo dentro es tan grande que me llega a marear. El precipicio que hay delante es demasiado profundo y da vértigo sólo de mirarlo. Así es como me dejaste: rota y vacía, como una muñeca con la que ya no se juega y espera en un baúl, debajo de juguetes más nuevos, pese al paso de los años. Con una tenue esperanza.
Siento nostalgia al recordar días enteros en la playa... ¿Sabes?, creo que prefiero besos fríos, vacíos y distantes a no tener besos... tal vez, haya sonado egoísta, pero ya me da igual. ¿Egoísta? Podría ser peor y lo sabes. Lo tuyo fue peor y todavía no comprendo cómo te marchaste sin mala conciencia... Te fuiste tan tranquilo con una sonrisa burlona. Ésa que, algún día, me llegó a cautivar y que, en ese momento, me repugnaba y entristecía.
¿Yo fui tonta? ¿O tú fuiste demasiado listo? ¿Ambos creíamos en algo que, realmente, jamás existió? Ya no sé ni qué pensar... Así que te digo esto para que sepas que me hiciste daño, que otras siempre te guardarían rencor. En cambio, yo siempre te esperaré.

miércoles, 4 de enero de 2012

Dia 1 del "Diari de laboratori" (català)

Dilluns (26-9-11)
 Aquest era el primer dia al laboratori i era, també, el primer cop que jo anava a unes instal·lacions d’aquestes característiques. Fer-les servir? La meva experiència en un laboratori era pràcticament nul·la, així que tenia la sensació que tot allò m’anava massa gran. I si feia algun desastre? Seria propi de mi... En qualsevol cas, també em semblava una oportunitat única per aprendre coses que, d’una altra manera, no podria ni veure. Anava nerviosa, però em sabia el plantejament de l’experiment de memòria i havia fet un cop d’ull als apunts de biologia que em podien ser útils abans de sortir. Volia causar bona impressió, però sabia que, allà, em sentiria ben ignorant. No anava desencaminada, aquesta va ser la meva sensació la major part del temps que vaig estar-hi. Malgrat tot, si el que em van ensenyar (que va ser molt més del que m’imaginava) ja ho hagués sabut, quina gràcia tindria haver-hi anat?  No hi ha millor alumne que el més ignorant, perquè aquell és el que es fixarà en tot i ho aprendrà tot, sense pensar en cap moment: “això ja m’ho sé, no cal que presti atenció”. Potser, aquesta va ser la meva sort.