lunes, 20 de agosto de 2012

Cuando le cortas las alas a un soñador (castellano)

Cuando le cortas las alas a un soñador, apagas todos sus sueños. Como cuando le cortas las alas a un colibrí, lo condenas a muerte. Cuando le cortas las alas a un soñador, extingues miles de lucecitas cálidas, miles de estrellas que pertenecen a un firmamento privado. Cuando le cortas las alas a un soñador, las plumas blancas, manchadas de sangre, salen volando y mecidas por el viento llegan lejos, muy lejos, hasta caer al mar. Cuando le cortas las alas a un soñador, apuñalas su corazón, un corazón libre.
 Algunos dirán que lo importante es la realidad. Algunos dirán que los sueños sólo deben escucharse mientras se duerme y olvidarse de ellos al despertar. Otros dirán que los soñadores huyen de la vida, sin entender que es totalmente al contrario. Unos pocos se limitarán a cortar las alas a un soñador sin hacer ningún comentario. Saben que con eso es suficiente. No hacen falta palabras.
 Cuando le cortas las alas a un soñador, destierras a un rey de su reino legítimo. Cuando le cortas las alas a un soñador, hay flores que pierden el olor y el color. Cuando le cortas las alas a un soñador, quemas cartas, notas, dibujos y sonrisas. Cuando le cortas las alas a un soñador, borras su alma, como si fueran letras torpemente puestas o simplemente inútiles. Cuando le cortas las alas a un soñador, disparas letalmente a sus pasiones. Cuando le cortas las alas a un soñador, lo encierras en una jaula de cobre. Cuando le cortas las alas a un soñador, marchitas todo un jardín hecho de esperanzas e ilusiones. Cuando le cortas las alas a un soñador, un frío y temible silencio llena su vida.
Cuando le cortas las alas a un soñador, debes saber que ya no soñará más. Debes saber que ya no cantará más. Debes saber que ya no volará más intentando adueñarse del sol o haciendo un esfuerzo desesperado para acariciar la Luna. Debes saber que ya no brillará más. Debes saber que ya no amará más. Debes saber que ya no llorará más. Ni reirá más.
Es por eso que yo he dejado de hablar, de cantar, de volar, de reír, de amar, de mirar la Luna cada noche con un anhelo escondido en los ojos, de dejar que una sonrisa ocupe mi cara sólo por salir a pasear. Por eso dejé de soñar, de sentir. Me quedé sin mis alas blancas por culpa de una espada brillante, hecha de miedos y sombras.
Pero los soñadores somos tozudos, insistentes, ilusos quizá. Es por eso que somos como un fénix. Es por eso que una pequeña llama vuelve a iluminar mi interior de nuevo. Es por eso que nuevas alas volverán a crecer a partir de cenizas de sueños quemados. Por mucho que me corten las alas, sé que volveré a volar. Mis alas están hechas de sueños. Y los sueños nacen de la vida. Sé que nunca dejaré de soñar. Sé que volveré a volar.

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