lunes, 16 de enero de 2012

Galletas recién hechas (castellano)

Era un olor inconfundible: las galletas recién salidas delhorno. El perfume se escapaba por una ventana entreabierta, de la que también querían salir volando las cortinas, vaporosas y blancas, que bailaban al sondel aire que corría. El sol brillaba con fuerza, pero sin llegar a quemar niaplacar la vida que había por los alrededores. El cielo era de un azul muylimpio, intenso y bello…
Podía parecer unaescena perfecta, una vida pacífica y hermosa, pero, sin duda alguna, no lo era. Había demasiado silencio, lapaz y tranquilidad eran demasiado irreales, ilusorias, le parecieron claramenteficticias. No, la vida no es de ese blanco transparente, ni siquiera estranslúcida. Siempre está opaca por todoaquello que los seres humanos nos ocultamos los unos a los otros, por todas lasmentiras que decimos que tejen una densa red que no deja que sea tan brillante.No, definitivamente, esa escena no podía ser real, en absoluto.
Sin embargo, habíaalgo en esa falsa realidad que te embriagaba hasta hacerte creer que sí, quepodía ser cierta tal escena. Entrecerrabas los ojos y lo veías tan claro…

3 comentarios:

  1. Escapar de la realidad dramática y terrible y hundirse en el mundo de los sueños y vivir allí lo que podría ser, si los humanos fuéramos más inteligentes, el paraíso del amor y la concordia.
    Hermoso relato!.
    Te envío mi saludo desde Suecia.

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