sábado, 3 de diciembre de 2011

"Quizá" I: el ruego (castellano)

La Luna bañaba de plateada luz la ventana abierta, aquella donde la dama miraba la noche, apoyada en el alféizar, con su bello camisón blanco. Respiraba lentamente y, de pronto, comenzó a hablar en susurros con las estrellas:
"Quizá vengas mañana. Quizá no vuelva a verte jamás. Quizá no vuelva a salir el Sol. Quizá ésta sea tu última noche. Quizá, algún día, volveré a sonreír sin falsedad. Quizá nos queramos para siempre. Quizá...
Ver como te ibas, encima de tu caballo blanco, fue muy duro. ¿Volverás? Quizá. No depende de mí, pero sé que tampoco depende de ti. Quizá del destino, quizá de Dios, quizá de nadie. Aun así, te ruego que escuches mi más desesperada súplica: blande tu espada fuerte y sabiamente, que ninguna flecha traicionera llegue a rozarte, no permitas que ninguna lanza hábil se te lleve de mi lado. Por favor.
Rezo por ti cada noche, ya es lo único que me ayuda a olvidar el frío que trae la Luna últimamente. Y es que estoy triste sin ti, pero sé que debes de estar allí cumpliendo con tu deber y protegiendo tanto tu honor como el de los tuyos. Mas ojalá estés aquí, bien pronto, y podamos ver juntos amanecer, como tantas veces hicimos antes. Amor mío, no puedo evitar añorarte cada segundo del día y pensar que quizá no vuelvas. Quizá.
Mientras te vestía con tu armadura, justo antes de partir, sentía como el miedo me roía por dentro, y supe ver que a ti, pese a las palabras de fingida confianza, también te sucedía. Te observé toda la noche y vi como el temor te cubría el corazón, se infiltraba en tus sueños y te daba una noche llena de pesadillas. Quizá la última noche juntos.
Me gustaría escribirte una carta, pero no encuentro las palabras y tampoco sé qué contarte porque, aquí, todo sigue igual. Eres tú quien tiene novedades. Espero que las noticias que, pronto, me traigan de ti no sean un escudo con tu blasón y un "lo lamentamos, luchó hasta el final con valentía". ¿Es mucho pedir? No me importa que no seas tan valeroso como los héroes de las historias.
Quiero volver a ver tus ojos verdes, tu cabello rubio y quiero poder cogerte, de nuevo, la mano. Otro paseo a caballo por el bosque de otoño o de primavera, qué más da. Pero quizá todo se quede en un sueño...
Así que, a falta de pergamino y pluma, hago sonar mi triste voz esta noche, aquí, y envío estas desesperadas palabras a las estrellas, a la Luna y al viento. Son la tenue esperanza de que, algún día, te lleguen y recuerdes que yo espero tu regreso. Quizá no sea más que una vana ilusión. Una ilusión como la de aquellos cuentos de hadas que, alguna vez, nos contaron de pequeños. ¿Recuerdas? Cuando sólo éramos niños, y la guerra y el amor sonaban a leyendas lejanas y complicadas. Asuntos que jamás nos iban a preocupar.
Ahora me doy cuenta que, quizá, tu viaje no tenga regreso..."
La dama lanzó un dulce y sincero beso a la noche... después, una lágrima fugitiva se escapó y formó un pequeño diamante en la fría piedra del suelo. Quizá una tímida estrella caída del cielo por la tristeza.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado el relato, joder, que triste. Escribes realmente bien... que pena que alguno de tus textos estén en catalán.
    Te sigo, y muchísimas gracias por haberte pasado por mi blog, un besazo.

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  2. Hola Eva, escribes inquietante, es un placer pasar por tu bonito espacio.
    que tengas un feliz fin de semana.
    un abrazo.

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