viernes, 23 de septiembre de 2011

Perteneceré a ese lugar para siempre (castellano)

Daría cualquier cosa por volver a ese momento, aunque sólo fuese un instante, un efímero instante, a ese mágico lugar, allí donde mi alma está en paz. Donde los arboles son altos, frondosos, son tu escudo contra la lluvia, la noche, la luz demasiado brillante, el miedo; mas es un lugar mágico, luminoso, donde los sueños se vuelven algo tangible, que puedes acariciar con la punta de los dedos, puedes probar su dulce sabor.
 Hay arroyos sobrevolados por pequeñas hadas de colores, finas como la niebla, de risa tan cristalina como las frías aguas que bajan de la montaña. Centenares de pájaros que, apoyados en las altas ramas, entonan una bella melodía, la música del bosque que, de noche, suena con la voz de los búhos, que forman un bello dúo con los reyes de la oscuridad: los lobos. Hay quien los llama asesinos, demonios, corazones corruptos que no han encontrado el camino de vuelta al Origen; pero yo creo que son más bien fragmentos de la magia de la Naturaleza que han decidido formar parte de este mundo mortal, recordándonos lo letal que puede ser la belleza, lo preciosa que puede ser la noche, que no podemos cambiar las leyes del mundo a nuestra voluntad, fragmentos de magia que lloran, cuando el sol se va, por todo el dolor del mundo, por todos los corazones rotos, todos los sueños hechos pedazos, trocitos tan pequeños que ya nunca se podrán reconstruir.
 Y estos bellos lobos habitan este lugar en el que, una vez, viví; donde la vida me pareció más dulce que la miel, más fresca que la brisa, más vibrante que el bosque entero. Allí, entonces, supe que era mi lugar; que yo pertenecería, por siempre jamás, a ese bosque: donde las estrellas se confunden con la Luna, donde el Sol brilla cada mañana con renovada fuerza, como si cada día fuese un nuevo soplo de vida, de valor, de belleza, de felicidad.
 Una armonía que nunca más he vuelto a sentir... galopar entre esos árboles que fueron mi casa, mis paredes, me acogieron y me dieron de comer, conocí a mis nuevos compañeros de la vida, sentí el contacto de la tierra húmeda entre los dedos, el olor a hojas marchitas, el ruido del agua al correr, la música que sonaba día y noche...
 Pero me arrancaron de ese lugar y ahora no sé dónde ir porque no sé volver allí; estoy sola en este gran mundo, sola y triste... sólo tengo ganas de llorar y volver a mi hogar. Daría lo que fuese por volver... tan sólo instante.

BSO: http://www.youtube.com/watch?v=ggbcKx3yitw

2 comentarios:

  1. Este post me hizo llorar. Fue un canto desde el alma, desesperada. Hay momentos en los cuales también me siento así. Es dura la soledad, es difícil saber cuál es el camino correcto a seguir, si es que lo hay... Me gusta lo que escribis. Te dejo un saludo grande.

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