martes, 2 de abril de 2013

El baile (castellano)

Aun recuerdo el baile. Fue el primer fin de semana juntos. Pasamos el día en la montaña, fingiendo ser senderistas, cuando en realidad no había nadie más de ciudad por allí que nosotros. Al volver a la casa, fui a ducharme pues llevaba el pelo lleno de hojas y las piernas arañadas por las zarzas. El plan era cenar pizza y ver la película más tonta que encontrásemos. Queríamos reír juntos.
Me tomé mi tiempo en la ducha, me dolían todos los músculos del cuerpo y me agradaba volver a sentirme limpia. Bajé con unos pantalones de chándal grandotes, el pelo en un moño mal hecho y chanclas a modo de zapatillas. Esperaba oler al queso de la pizza precocinada y la tele puesta de fondo. Pero no.
En vez de eso, cuando bajé me encontré la puerta del jardín abierta. Entraba esa brisa nocturna casi veraniega. Salí y te encontré de pie, al lado de una mesa con dos velas y una flor. El jardín estaba lleno de pequeñas luces, como si de estrellas se tratase.
Me invitaste a sentar y reímos juntos de lo ridículo que quedabas exagerando los gestos caballerescos. Me confesaste que la cena la habías preparado tú. Te disculpaste con antelación por si el resultado no fuese de mi agrado. Reconozco que no recuerdo qué cenamos. De ese rato sólo puedo recordar tus ojos verdes, brillando con todas esas lucecitas del jardín. Recuerdo el fresco vino blanco que sacaste, pues sabías que el tinto no me gustaba.
Hablamos de todo y de nada, hablamos de sueños, del futuro y de nuestras esperanzas, intercalándolo con temas más banales y completamente superfluos. También hubo muchos silencios. Silencios largos y profundos en los que nuestros ojos lo decían todo. Creo que el postre era rojo y tenía fresas, pero reconozco que en aquel momento ya estaba completamente perdida en aquellos dos puntos verdes tuyos.
Cuando acabamos, recordamos la primera vez que nos vimos y como fue nuestro primer beso. Parecía mentira que alguna vez fuésemos desconocidos. Lamentaste no tener detalles románticos conmigo normalmente. "Pero quiero compensarlo", añadiste.
Encendiste el aparato de música del salón y me tendiste la mano.
-¿Me concedes este baile? -susurraste.
Reí como una tonta y te di la mano. No sabíamos bailar. No sabíamos cómo movernos para bailar como en aquellas películas antiguas llenas de vestidos largos y galones brillantes. Pero la música era preciosa y la noche era nuestra. Sólo nuestra. Nos acercamos, prácticamente estábamos abrazados, y comenzamos a bailar. Lentamente. Suavemente. Como la brisa de aquella noche.
Me tenías cogida por la cintura y yo te cogía el hombro. Con la otra mano abrazaba la tuya y llevábamos el ritmo. Apoyé la barbilla en tu clavícula. Olía a ti. Un olor familiar y cálido. No podía dejar de sonreír.
-Qué ridículo -murmuré-. Tú has preparado todo esto y yo en chándal y el pelo hecho un burrullo...
-Está bien así -dijiste-. Así estás preciosa. Sin maquillaje, ni tacones, ni vestidos bonitos... Así. Tú. No me hace falta más.
Me apreté a ti y cerré los ojos. Me dejé llevar y la músico siguió sonando. Era una hermosa canción que yo ya conocía. Y me encantaba. Tú empezaste a cantármela al oído. Sutil. En un susurro. Sentí como se estremecían todas las fibras de mi cuerpo. No había dolor, ni miedo, ni sombras. Sólo nuestra noche. Y tú.
La música continuó con otra canción. Y luego otra. Y otra. No sé cuánto tiempo pasó, la verdad es que no podía pensar en otra cosa que tu calidez. Pero sé que cuando la música acabó, nosotros seguimos abrazados, moviéndonos por el jardín al son de nuestro propio ritmo.
Fue el momento más feliz de mi vida. Nuestro baile. Y lo sigo recordando cada noche. Evoco cada uno de los recuerdos de entonces. Y me duele el corazón. Porque te marchaste para siempre. Poco después de aquello, el mar se te llevó lejos, a sus más oscuras profundidades sin piedad. Se aseguró que jamás pudiese encontrarte.
Hay quien dice que lo hizo por pura maldad, rebeldía sin causa. Pero yo creo que simplemente tuvo envidia de que la Luna no le amase como nosotros nos amábamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario