lunes, 21 de noviembre de 2011

El Tiempo (castellano)

 El Tiempo: eso que pasa sin pasar; que, sin cambiar nada, lo cambia absolutamente todo. El Tiempo, invisible y discreto, silencioso e inexorable. Tan pequeño que se te cuela entre los dedos, tan grande que nadie escapa de él. Capaz de hacerte sonreír y llorar a la vez. Escribir sobre él es casi tan inútil como intentar pararlo. Para el Tiempo que no hay presente ni futuro, ni ayer ni mañana, una nada sin fin. Y es tan difícil que no encuentro las palabras, y es tan difícil describirlo que parece que se ría de nosotros.
 Su paso siempre deja hondas huellas, marcas que ya nadie podrá borrar porque son demasiado profundas, porque es demasiado tarde; porque el Tiempo siempre va al mismo compás que nosotros y, a la vez, siempre va por delante. El Tiempo, otro mundo ligado, irremediablemente, al nuestro.
 Y se podrían decir tantas cosas del Tiempo, y se podría decir tan poco del Tiempo... Va y viene, se va y vuelve, cree que no nos damos cuenta de cuando corre o se cansa y va poco a poco. A veces, nos avisa de que la próxima es nuestra estación; otras, pasa la puerta abierta sin decirnos nada, y cuando la vemos ya es demasiado tarde. El Tiempo tiene esta cualidad: a menudo consigue que sea demasiado tarde para tantas y tantas cosas.
 Tiempo, a menudo te odiamos sin saber el porqué. Tiempo, a veces te queremos con un amor ciego. Así que, Tiempo, ven y quédate para siempre, haz este momento eterno; o vete y no vuelvas jamás a nuestro lado.

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