martes, 14 de junio de 2011

Nuestro cuento (castellano)

Gracias, gracias, gracias,
por hacerme soñar y volar,
por no dejarme sola
ni en mis largas pesadillas.

Gracias por todo,
por estar conmigo,
ahora y aquí, antes y allí,
pero he de decirlo.

Nuestro cuento acabó,
no sé exactamente cuándo,
pero ya se ha marchado
al cementerio de los sueños.

Nuestra historia descansa,
déjala en paz, es lo mejor,
de nada sirvirá ya
lamentarse o insistir.

En algún momento marchó,
para ya no regresar,
y los abrazos ya son fríos,
no contienen la emoción.

Aquellos días marcharon,
sólo están en la memoria,
bellos recuerdos difusos,
agradables y cálidos.

Aun así, lo reconozco:
gracias a ti, sólo a ti,
por hacerlos posibles,
fueron bellos tiempos.

Pero todas las historia
tienen su propio fin,
y ha llegado el momento
de acabar nuestro cuento.

El fuego ya se apagó,
no hay luz ni calor,
sólo cristales rotos
y brasas latientes.

No hay más páginas,
llegó el triste epílogo,
el oscuro punto y final,
y nuestras lágrimas.

Nuestro "vivieron felices"
se quemó en alguna hoguera,
junto con el resto del cuento
sólo toca ya acabarlo.

Pero yo no soy una princesa,
ni tú un príncipe azul,
no montamos caballos blancos,
ni vivimos en grandes castillos.

La manzana envenenada
es lo único que queda
de la magia y los sueños,
y tú y yo.

Quizá nos volvamos a ver,
alguna noche de verano,
con luna y una playa,
donde recordaremos.

Y, tras un último beso,
el último pedazo de ti
volará al cielo, muy lejos,
a reunirse con las estrellas.

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